Una tarde absurda, después de un fin de semana intenso, fueron dos horas perdidas sin poder encender el ordenador, allí aburridos con los compañeros de trabajo, sin que nos dejaran ir a casa...Aun me pregunto a quién se le ha ocurrido que podemos trabajar sin ordenador. Es que ni siquiera comprendo como ha podido pensarlo. Así va todo en este país surrealista, donde se valora la gente por la cantidad de horas invertidas en un trabajo y no por la cualidad de este...
Lo mejor del día: salir y andar bajo el sol de primavera, un postre de fresas con ron y el final del artículo de Rosa Montero: "El efecto incredulidad-y-predisposición, que es cuando ya se te ha pasado del todo la borrachera amorosa y verdaderamente no te puedes creer que demonios viste en este imbécil o en esta ceporra por haber sufrido tanto. Momento en el que ya estás dispuesto y más que predispuesto a meterte otra pasión en la cabeza y recomenzar la chifladura. En fin, que tengáis una buena primavera".
Al fin y al cabo no ha sido tan mal día...